Hablar del Mercedes AMG CLK GTR es hablar de un supercar de antología y actualmente un modelo de colección que no deja de trascender. Sus 25 unidades de producción limitada -¿o debería decir 26?- son objeto de deseo de todo aficionado a la ingeniería alemana.
Desarrollado y nacido para la competición -no defraudó y los resultados en pista de la temporada 1998 con 10 victorias sobre 10 dan cuenta de ello-, el CLK resume todo su poder de fuego en una potencia que va más allá de los 600 caballos de fuerza.
El tema es que el caso que aquí les muestro de la mano de nuestros amigos de Classics & Oldtimers poco y nada tiene que ver con Le Mans o con cualquier otro trazado en el que el CLK supiera dejar su huella. Alguien tomó a un CLK en autopista, solo que no conservando un mismo carril ni viajando como un vehículo de calle más.
Precisamente no es un vehículo de calle más. ¿Quién no se entregaría al placer de probar sus dotes aún poniendo en riesgo la integridad personal, la del automóvil y la del resto de los conductores? No, no es un buen consejo y no es que aprueba tal conducta, pero cómo limitarse a un manejo 100 por ciento correcto cuando se está al volante de un Mercedes de carrera. Tampoco es que se haya cometido locuras. Un poco de zigzagueo y ya. Aquí, el video: